Los recubrimientos de níquel y latón actúan como una barrera protectora que ayuda a prevenir la corrosión de los metales subyacentes. Esto es especialmente útil en aplicaciones donde los metales están expuestos a ambientes corrosivos, como la industria marina o la industria química.

Los recubrimientos metálicos pueden mejorar la resistencia al desgaste de los metales, lo que los hace más duraderos y menos propensos a sufrir daños o desgaste prematuro. Esto es beneficioso en aplicaciones donde los metales están expuestos a fricción, abrasión o impacto, como en herramientas, piezas de maquinaria y componentes de automóviles.

 El niquelado y el latonado son atractivos visualmente y pueden mejorar la apariencia de los metales, haciéndolos más estéticos y atractivos desde el punto de vista decorativo. Esto es especialmente importante en aplicaciones donde el aspecto visual es importante, como en la joyería, la industria del mueble o la industria de la construcción.

Los recubrimientos metálicos pueden ser más fáciles de limpiar y mantener en comparación con los metales sin recubrimiento. El níquel y el latón son metales que se pueden limpiar fácilmente con productos de limpieza comunes, lo que facilita su mantenimiento y conservación en aplicaciones donde la limpieza regular es necesaria.

1. El níquel y el latón son buenos conductores eléctricos, lo que los hace ideales para aplicaciones donde se requiere conductividad eléctrica, como en la industria electrónica o en la fabricación de cables y conectores.

2. Resistencia a la abrasión y la corrosión química: Los recubrimientos de níquel y latón son conocidos por su resistencia a la abrasión y la corrosión química, lo que los hace adecuados para aplicaciones donde los metales están expuestos a sustancias corrosivas o ambientes agresivos.